HSTORIAS DEL GÉNESIS III. PECADO

El conflicto

Génesis 3 nos narra el primer conflicto moral del ser humano. Es interesante centrar nuestra atención en los versículos 1 al 4 de dicho pasaje y notar ciertos matices significativos.

1. La serpiente tergiversó las palabras de Dios. El Señor no había prohibido comer de cualquier árbol, simplemente de uno específico, el árbol del conocimiento del bien y del mal.

2. La serpiente mintió con relación a las consecuencias de desobedecer el mandamiento dado por Dios. No solamente dijo que no morirían, sino al contrario, serían semejantes a Dios, con capacidad de discernir el bien y el mal.

3. La serpiente cuestionó las motivaciones de Dios. En mi opinión el mandamiento de no comer otorgado por el Señor tenía varias finalidades:

· Conceder libertad al ser humano. No existe libertad sin la posibilidad de escoger. Si no puedes escoger no eres libre.

· Conceder al ser humano responsabilidad moral. La libertad implica, por definición, capacidad de escoger, pero también, por definición, responsabilidad moral sobre las decisiones tomadas.

La libertad exige esos dos requisitos sine qua non, elección y responsabilidad de las consecuencias de las elecciones tomadas.

· Protección. El mandamiento dado por Dios protegía al ser humano de las consecuencias de la desobediencia, es decir, de la muerte. El mandamiento tenía una finalidad preventiva y preservativa del estado primigenio del ser humano.

La serpiente plantó la duda en el corazón humano. Duda acerca de las motivaciones de Dios al imponer el mandamiento, es decir, dudas en definitiva acerca del carácter bondadoso de Dios y sus intenciones hacia el ser humano.

La duda también se extendió a las consecuencias que el pecado pudiera tener hacia el ser humano “no moriréis”. La serpiente no sólo promete que podremos librarnos de las consecuencias anunciadas por Dios, sino que además podremos ganar la condición de ser iguales a Dios mismo.

Ser iguales a Dios. El bien y el mal, hasta aquel momento era decidido por Dios. El ser humano no era independiente ni autónomo, estaba sometido a Dios, su señorío y su autoridad. La tentación consistió precisamente en eso, ser iguales a Dios, declararse autónomos, independientes, libres de Dios y, por tanto, con capacidad para decidir por ellos mismos lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal.


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