¿ENTIENDES CÓMO EDUCAR A LAS NUEVAS GENERACIONES?




Jean Paul Zogby en su libro, “The power of time perception” habla de la tremenda propensión de los adolescentes y jóvenes de esta generación al aburrimiento. Se trata de una generación hiperestimulada por medio de la televisión, los computadores, las tabletas, las vídeo consolas y los teléfonos móviles inteligentes. Según Zogby las estadísticas muestran que los adolescentes norteamericanos pasan un promedio de seis horas y media al día usando aparatos electrónicos. El resultado es una hiperestimulación constante. Buscan de forma continuada nuevos estímulos y cuando no los consiguen… se aburren mortalmente. Los expertos dicen que cada individuo tiene un umbral de aburrimiento y el de los adolescentes y jóvenes está descendiendo a niveles realmente alarmantes.

No es de extrañar que esta generación se aburra de forma mortal en las aulas de clase. A pesar de los esfuerzos de los docentes y de una mayor cantidad de recursos y estrategias educativas es difícil mantenerlos conectados y su capacidad de atención se reduce de curso escolar en curso escolar. Qué decir de nuestras iglesias. Los cultos, diseñados y pensados para adultos, difícilmente pueden captar su interés, atención y concentración. Nuestras actividades educativas, lideradas por voluntarios con tanto celo como escasa preparación, no causan un impacto ni hacen mella en ellos. No ha de sorprendernos que no deseen ir a la iglesia. Yo mismo lo vivo como docente y como pastor. En mis clases en la universidad cada vez tengo que hacer esfuerzos más grandes para poder captar la atención de mis alumnos. Cuanto más jóvenes son, más difícil resulta. En la iglesia, cuando llega el momento de la predicación después de una hora de alabanza, anuncios, etc., puedo ver que tan sólo los adultos están conmigo (¡Y no todos!), los más jóvenes están con su celular. Nadie pone en duda hoy en día que el sistema escolar está fracasando y lo mismo sucede con su versión eclesiástica. 

Marc Prensky es una de las autoridades a nivel mundial acerca de cómo enseñar a las nuevas generaciones. Entre otros es autor del libro, “Enseñar a nativos digitales”. En el mismo menciona dos elementos que debe tener la educación dirigida a la nueva generación: relevancia y realidad. El define ambos términos de la siguiente manera:

Relevante significa que los chicos pueden relacionar algo que enseñas o algo que dices con algo que saben (como si te refieres a una película reciente o un programa de la televisión más que a un viejo clásico o si hablas de los juegos equis más que del polo). Relevante significa extraer las lecturas, por ejemplo, de los periódicos actuales más que de libros antiguos.

Los jóvenes comprenden mucho más los conceptos cuando estos el contexto es familiar. Sin embargo, según Prensky, esto no es suficiente, necesitamos que la enseñanza sea real, algo que define del siguiente modo:

Real, por otra parte, significa mucho más y llega mucho más lejos. Real significa que en todo momento (o al menos con tanta frecuencia como sea posible) existe una relación percibida por los alumnos entre lo que están aprendiendo y su habilidad para que ese aprendizaje les sea útil en el mundo.

Según este experto, y estoy de acuerdo, a menos que la enseñanza tenga estos dos ingredientes no podemos esperar que produzca ningún impacto en una generación que, como hemos mencionado, está súper, mega, híper estimulada. Real y relevante son dos criterios con los que podemos y debemos medir nuestros procesos educativos dirigidos a las nuevas generaciones.

Lo que me sorprende es la sabiduría de la Biblia. Últimamente he estado estudiando las parábolas de Jesús y he visto que muchas de ellas contienen y responden a estos dos elementos. Eran relevantes en tanto y en cuanto que utilizaban imágenes mentales de la realidad cultural de la época. Hablaban acerca de pastores, viñadores, padres, hijos, bodas, cenas, monedas, aceite, etc. Todos los que escuchaban las palabras podían elicitar en sus mentes situaciones familiares para ellos. Eran reales porque los oyentes podían ver la relación que ella tenía para su vida cotidiana. Los fariseos se sentían ofendidos por lo que Jesús enseñaba a través de las parábolas ¡Señal que entendían! Las personas se quedaban maravilladas porque enseñaba con autoridad.

Como educadores, pastores y líderes tenemos el reto y la responsabilidad de evaluar nuestros programas educativos a la luz de estos dos componentes. No podemos permitirnos el lujo de continuar haciendo las cosas como siempre a pesar de que comprobamos que conforme la edad aumenta el impacto disminuye de manera proporcional. Es una actitud suicida que sólo provocará aburrimiento que llevará a la desafección y el abandono de la fe, no porque ésta no tenga nada que aportar a sus vidas, sino porque no hemos sabido mostrárselo.

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